domingo, 26 de julio de 2015

ORIGEN DE LOS INSTRUMENTOS MUSICALES SEGÚN EL TEXTO BÍBLICO. PARTE I

A manera introductoria…

En muchas comunidades cristianas existen ciertos mitos con respecto a la música, los instrumentos y los músicos en sí; ideas orientadas a que algunos instrumentos musicales son creación del demonio, o que determinados ritmos musicales no pueden interpretarse u oírse en las comunidades cristianas o incluso, que hay ciertos acordes que invocan al diablo y por consiguiente no se puede tocar música cristiana con dichos acordes. ¿Qué hay de verdad en esto? ¿Da la Biblia detalles acerca de este tema? ¿Por qué la música ha sido durante muchos años el centro de la controversia?

Para alcanzar el objetivo de comprender y dar respuesta a las anteriores inquietudes, es necesario realizar primero un acercamiento histórico de cómo los instrumentos musicales han venido siendo clasificados a lo largo del tiempo de tal forma que se pueda contrastar este mismo sistema de clasificación de instrumentos bajo la luz de las Sagradas Escrituras.

La Organología es una de las disciplinas que tiene la música y se ocupa de clasificar los instrumentos musicales, rastreando su origen, técnicas y materiales de construcción, rango sonoro, familia, usos y funciones dentro de una comunidad o cultura en particular, entre otras cosas.

Muchos teóricos musicales se han ocupado de este asunto en particular y poco a poco han ido sentando las bases de esta disciplina. Los primeros trabajos en este sentido fueron “Musica Getuscht Und Ausgezogen” (1511), de Sebastian Virdung, y “Música Instrumentalis Deudsch” (1529), de Martin Agricola. 




En la imagen se puede observar un Laúd y un Quintern (mandore) “In Musica Getutscht” de Sebastian Virdung, publicado en Basilea en 1511 a la izquierda; y los mismos dos instrumentos a la derecha de Martin Agricola, “Deudsch Musica Instrumentalis”, publicados en Wittenberg en 1529.

Ya en 1618 el teórico Michael Praetorius publicó su obra  “Syntagma Musicum” convirtiéndose en un gran referente en este campo. Dos años después publicó su nuevo trabajo “Theatrum Instrumentorium” en donde se documentó por primera vez bosquejos de instrumentos africanos.[2]

Después vinieron los trabajos de Victor Charles Mahillon que en 1880 publicó su sistema clasificatorio de instrumentos musicales y que sirvió como fundamento del trabajo de Erich Moritz von Hornbotel (austriaco) y Curt Sachs (alemán),[3]
cuya clasificación de instrumentos musicales es la más aceptada en todo el mundo. Sin embargo, también han recibido fuertes críticas debido a que muchos instrumentos recientemente inventados no pueden clasificarse con este sistema por obvias razones. No obstante, tal clasificación puede resumirse así:

Idiófonos
Membranófonos
Cordófonos
Aerófonos
Electrófonos (grupo agregado posteriormente, gracias a la intervención de         la electricidad en terrenos musicales).[4]

La pregunta que surge es: ¿y que tiene que ver todo esto con los instrumentos musicales en la Biblia? La respuesta es sencilla; para abordar correctamente un tema de estas características, es necesario conocer los trabajos que de manera secular se han realizado sobre el mismo; dado que las Sagradas Escrituras no tienen como objetivo principal abordar este tema en particular. Sin embargo, es cierto que mucho antes que estos renombrados teóricos desarrollaran sus tesis, la Biblia ya había dado luces al respecto del objeto de este estudio. 

Es bien aceptado en la comunidad académica que existen tres familias principales de instrumentos; cada familia se divide en subfamilias y es ahí donde el objeto de estudio se pone un poco denso. Como no es necesario ahondar en estos detalles, voy a nombrar solo las principales familias y sus subdivisiones:


Cabe recordar que la clasificación de los instrumentos musicales es mucho más extensa y profunda pero el objetivo de este estudio es contrastar algunos conceptos académicos con la documentación encontrada en las Sagradas Escrituras. La organología en parte puede desarrollarse gracias al soporte de las evidencias arqueológicas y documentales. Es en este sentido que utilizaremos la Biblia como referente, sin desconocer los hallazgos que sobre este objeto de estudio se han realizado.

ENTREMOS EN MATERIA

Para comenzar voy a referirme a un texto bien particular ya que allí, las Sagradas Escrituras pueden comenzar a darnos una luz con respecto al objeto de este estudio. En el libro de Ezequiel capítulo  28 se registra una profecía contra el rey de Tiro; en dicha profecía se revelan detalles acerca del origen de los instrumentos musicales:

Ezequiel 28:13 En Edén, en el huerto de Dios, estuviste. De toda piedra preciosa era tu vestidura: de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro. Los primores de tus tamboriles y flautas fueron preparados para ti en el día de tu creación![5]


Muchos teólogos coinciden en que dicho relato da cuenta de lo sucedido en tiempos épicos entre Lucero y Dios y la rebelión que tuvo lugar en el cielo cuando este arcángel pretendió tomar el lugar Dios. Lo que llama poderosamente la atención es que también se relata que había unos instrumentos musicales que no habían sido utilizados todavía y estaban listos para ser estrenados el día en que Dios creó a este ser angelical. 

Lo curioso es que tanto la comunidad científica como la Biblia, con base en los hallazgos arqueológicos, coinciden en que los primeros instrumentos musicales fueron los tambores y las flautas. Tales instrumentos musicales son representativos de dos familias de instrumentos: Percusión (tamboriles) y Vientos (flautas). La siguiente pregunta que surge es: ¿Qué pasó con los instrumentos de cuerda? La respuesta se puede encontrar en otro texto bíblico que hace referencia también al mismo suceso épico y cuya profecía esta también dirigida al rey de Tiro.

En el libro de Isaías capítulo 14 se puede encontrar la familia que faltaba:

Isaías 14:11 Descendió al seol tu soberbia y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama y gusanos te cubrirán. 12¡Cómo caíste del cielo, Lucero, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones.[6]


La familia faltante era la de las cuerdas representadas en el texto como arpas. Es interesante resaltar que estos tres instrumentos nunca han entrado en desuso y por el contrario se han mantenido vigentes hasta el día de hoy. 

Todos los instrumentos musicales son descendientes del tambor, la flauta y  el arpa incluyendo los instrumentos electrónicos y digitales que podemos utilizar actualmente; y aunque la organología ha tratado de clasificar y rastrear la historia de los instrumentos, podemos constatar que la Biblia muchos siglos antes ya había hecho tal clasificación.

Otro dato importante que no puede pasarse por alto es que las palabras en hebreo en su raíz original para estos tres instrumentos, en los textos anteriormente mencionados, están en plural lo que indica que se hace referencia del instrumento y sus derivaciones. 

Arpa = נבל = kinnór (3658)
Flauta = חליל = néqueb (5345) 
Tamboril = טמבורין = tof (8596)[7]

El texto bíblico da también el nombre del primer músico de la humanidad; en el libro de Génesis capítulo 4 se relata una visión del origen de la humanidad y puede evidenciarse como poco a poco el hombre fue orientándose a realizar diferentes oficios; uno de ellos fue la música: 

Génesis 4:21 Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta.[8]

Según el texto bíblico el primer músico se llamaba Jubal y fue el inventor de la flauta y el arpa. Este tipo de referencia es bueno analizarla bajo la luz de otras versiones ya que así puede verse el relato con otras perspectivas y nuevas evidencias.

Este texto es bien especial porque en algunas traducciones como la DHH y RVA no se traduce como flauta, sino, como órgano. Algunos teólogos explican que en la versión RVR1960 se habla de flauta porque se refiere a las pequeñas flautas que tiene un órgano portátil. Es interesante que las Sagradas Escrituras hagan referencia a un instrumento de teclado y accionado por un fuelle, en un tiempo tan remoto.




Lo cierto es que el órgano fue inventado en la edad media lo que descarta que el instrumento descrito en Génesis 4:21 sea el de el dibujo anterior. Sin embargo, la palabra en hebreo es uggáb (5748)[10] que se traduce como órgano o pífano, tal vez haciendo referencia a un instrumento de caña o de lengüeta o incluso a una serie de cañas de diferentes tamaños unidas entre sí.[11]

Con respecto al arpa descrita en el mismo texto en algunas versiones se le denomina lira o cítara que es también una versión pequeña del arpa que conocemos ahora. Este tipo de instrumento musical variaba su número de cuerdas que oscilaba entre cinco y diez cuerdas (decacordio) en hebreo asór[12]
(6218): 

Salmo 33:2 Aclamad a Dios con arpa; Cantadle con salterio y decacordio.[13]

Para los que creemos que la Biblia es la palabra de Dios y que lo que está escrito en ella es verdad, podemos concluir que los instrumentos musicales son creación de Dios y por consiguiente nadie puede quitarle ese crédito. En tal virtud no hay fundamento bíblico para afirmar que hay instrumentos musicales que sean o le pertenezcan al diablo; no puede olvidarse que él es el padre de la mentira y siempre ha tratado de robarle la gloria a Dios. Si bien es cierto que en los rituales paganos se utilizaban instrumentos musicales y que tales actos están también registrados en las Sagradas Escrituras, no puede señalarse a un instrumento en sí, sino, a quien lo utiliza.


DAVID YARA.


BIBLIOGRAFÍA

_____________________
[1] Victoria & Albert Museum, The Beautiful Boissart Mandore, Part 1 of 3: The Pre-History of the Mandore, (Early Music Muse, 14 mayo 2015.), Foto.
[2] Wikipedia.org, "Organología.,"  https://es.wikipedia.org/wiki/Organolog%C3%ADa.
[3] Biblioteca Luis Ángel Arango., "Organología," Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/musica/historia/preliminares-organologia.htm.
[4] Ibid.
[5] Bible Gateway, "Sagrada Biblia," American Bible Society, https://www.biblegateway.com/passage/?search=G%C3%A9nesis+4&version=RVR1960
[6] Ibid.
[7] James Strong, Nueva Concordancia Strong Exhaustiva. Concordancia Exhautiva De La Biblia  (E.E.U.U: Editorial Caribe Inc., 2002).
[8] Gateway, "Sagrada Biblia".
[9] Organo, (2007), Dibujo.
[10] Strong, Nueva Concordancia Strong Exhaustiva. Concordancia Exhautiva De La Biblia.
[11] Debra Olson, ed. Instrumentos De La Biblia, 2° Simposio Latinoamericano De Adoración. (Bogotá, Colombia: Living Waters Christian Fellowship, 1987).
[12] Strong, Nueva Concordancia Strong Exhaustiva. Concordancia Exhautiva De La Biblia. 
[13] Gateway, "Sagrada Biblia". 

sábado, 11 de julio de 2015

REFLEXIÓN: EL SAXOFÓN PITAGÓRICO


Tocar saxofón más que un gusto, es en mi caso particular una necesidad. El saxofón es una llave que me abre la puerta al universo sonoro; lo curioso del asunto es que la música pareciera poder manifestarse en dos planos dimensionales al tiempo: en el físico y en el metafísico. Cuando toco mi saxofón ocurre el fenómeno físico de la vibración de la caña y la columna de aire; puedo decidir las  duraciones de los sonidos, sus diferentes alturas, la intensidad y los efectos; es decir, que el fenómeno sonoro junto con el ritmo, la melodía, las dinámicas y los timbres, se establecen en un sistema medible y calculable en un plano matemático; de esta forma todo lo que deseo tocar se puede codificar en un sistema de escritura musical (partitura).

De hecho el saxofón en sí es un artefacto cónico con unas dimensiones y características que se encuentran estandarizadas en un sistema medible de construcción. Gracias a Pitágoras el sistema musical existe ya que por medio de su monocordio pudo explicar y estructurar el comportamiento de los sonidos a través de la teoría de los armónicos, sentando además, las bases de las leyes de la acústica.[1] Con el paso del tiempo este sistema musical se ha ido perfeccionado cada vez más; sin embargo, en un principio y por muchos años este sistema también sirvió para explicar el universo y su trascendencia espiritual.[2] En la edad media este concepto metafísico se ilustraba con un monocordio que tenía su base en la tierra y su clavija en el cielo, siendo Dios el que afinaba el “gran acorde” de la vida y el ser humano el que tocaba las notas.


 [3]

Con la llegada del Renacimiento el concepto cambió y ya no era Dios quien afinaba el monocordio sino, el hombre; el resultado de este cambio conceptual derivó en la separación entre lo físico y lo metafísico. Los sonidos musicales por consiguiente, ya no daban cuenta de la trascendencia espiritual que se les había asignado en un principio y solo tenían relación con el espectro sonoro.

En nuestro tiempo este concepto metafísico ya no tiene ninguna validez y solo sigue vigente como base del lenguaje musical escrito y temperado. Pero la pregunta que surge es: ¿Qué hace que mediante un sistema puramente matemático se puedan transmitir las emociones del músico hacia su público? Cuando se hace música, ésta ocurre no solo en el espectro sonoro, sino que además y de forma simultánea interviene en el alma de la persona que interpreta y del que escucha.

Cuando toco saxofón puedo expresar mis sentimientos y el público puede también percibirlos. Ahora bien, es la escritura y todo su sistema musical un elemento decodificador y mediador[4] de mis emociones y recuerdos; sin embargo la mayoría del público no posee un conocimiento musical y aun así puede escuchar este código sonoro y entender o interpretar el mensaje que deseo transmitirles. Más aún, muchos músicos realizan su quehacer musical sin tener una conciencia o conocimiento que el sistema musical que emplean está circunscrito a un código matemático desarrollado por Pitágoras; solo les basta con dominar los rudimentos elementales del instrumento y aun así pueden lograr el mismo efecto.

Y entonces, ¿Qué hace esto posible? La música va más allá de la técnica y la partitura; la música se origina en la experiencia misma de hacerla.[5] No obstante aun cuando la música ya no da razón de la dinámica del universo como lo sostenía la metafísica pitagórica, sigue teniendo incidencia en cierto nivel con el ámbito espiritual porque tiene la fuerza suficiente de mover las emociones; incluso, de crear conciencia y este aspecto se encuentra totalmente por fuera del espectro meramente sonoro.

Por consiguiente, vale la pena preguntarse: ¿hay en el alma una naturaleza o principio matemático, que le permite a cualquier ser humano discernir las emociones transmitidas en la música, aun cuando estas han sido mediadas por un código matemático? A lo mejor la respuesta no está ahí, sino en la conciencia estética que no nace con el ser humano, sino, que se crea, se aprende y se adquiere por medio del entorno social y cultural del individuo. Esta conciencia estética es la que le permite al público, apreciar la música que interpreto con mi saxofón y es a su vez, la que me permite como músico decidir las emociones y la manera en que las quiero transmitir.

Sin embargo, continúa el problema con el alma ya que este concepto va más allá de una mera conciencia estética. ¿Qué hacemos con ella? Para los que creemos que el ser humano está dotado entre otras cosas de alma, este problema se agudiza  porque se encuentra en el ámbito metafísico, espiritual, y no tiene forma de constatarse por el método científico; se limita a la experiencia individual. A lo mejor, aunque ahora nos cueste reconocerlo, la metafísica pitagórica en este sentido de pronto no estaba tan lejos de la realidad, y más bien exista una segunda clavija que aún sigue moviendo Dios en el monocordio de la vida.


DAVID YARA.

            


BIBLIOGRAFIA


[1] Miguel de Guzmán, "Armonia Cientifica De Los Pitagóricos," Universidad Complutence de Madrid, http://www.mat.ucm.es/catedramdeguzman/drupal/migueldeguzman/legado/historia/pitagoricos/laarmoni.
[2] John Neubauer, La Emancipación De La Música. El Alejamiento De La Mímesis En La Estética Del Siglo Xviii.  (España.1992).
[3] El Monocordio De Pitágoras, (2009), Foto.
[4] Alfonso López Quintás, "El Poder Formativo De La Música," Revista Española de Pedagogía. (2013).
[5] Neubauer, La Emancipación De La Música. El Alejamiento De La Mímesis En La Estética Del Siglo Xviii.